martes, 26 de enero de 2016

Falsos mitos sobre la esquizofrenia

Las personas con esquizofrenia han sido ampliamente estigmatizadas durante muchos años. Es por este motivo que deshacer ciertos  mitos sobre esta enfermedad nos resulta interesante. 

Así que sin más preámbulo os dejamos 5 falsos mitos sobre la esquizofrenia: 

1. Las personas con esquizofrenia son agresivas: FALSO. La mayoría de estudios demuestran que las personas con esquizofrenia son más frecuentemente víctimas de violencia que generadores de la misma. Se trata de un colectivo especialmente sensible a recibir agresiones tanto verbales como físicas y no tanto un colectivo que acostumbre a presentar conductas agresivas. 

2. Los esquizofrénicos ven personas que no existen, como el en "Sexto Sentido". FALSO. Es muy poco frecuente que las personas con esquizofrenia vean a personas que no existen tal y como se presentan en las películas. No tienen una especie de "amigo o enemigo imaginario" como se pinta en el cine.  Lo que sí es frecuente es que en algunas fases de la enfermedad presenten alucinaciones auditivas, es decir, que escuchen voces en su cabeza que no se corresponden con un estímulo real. 

3. Las personas con esquizofrenia no pueden o non saben trabajar. FALSO. El hecho de tener cualquier enfermedad mental no inhabilita a la persona para poder desempeñar bien un trabajo. Algunas personas con esquizofrenia tienen ciertas limitaciones en algunas áreas concretas pero pueden ser brillantes en otras. Cada caso debe ser individualizado y las capacidades y fortalezas individuales tenidas en cuenta. Por otro lado la actividad laboral mejora mucho la evolución de la enfermedad y debería ser uno de los puntales del tratamiento. 

4. Es un peligro que las personas con esquizofrenia tengan hijos. FALSO. Tener esquizofrenia no tiene porqué ser sinónimo de no poder cuidar de un hijo. Hay personas con esquizofrenia en las que la enfermedad se manifiesta de forma muy grave y que efectivamente pueden tener un alto nivel de dependencia de otros, pero también hay muchas personas con la enfermedad que son totalmente autónomas. Se trata de personas con formas más benignas de la enfermedad pero también de personas que han sido capaces de conocer lo que les pasa y ponerle remedio, de cuidarse. Bajo un tratamiento psicoterapéutico y farmacológico adecuado una persona con esquizofrenia es pontencialmente capaz de realizar cualquier rol que la vida le proponga. Vemos de nuevo que cada caso es cada caso y que las generalizaciones generan prejuicios y estigmatizan. 

5. La esquizofrenia se pasa de padres a hijos. FALSO. Es cierto que la enfermedad tiene un cierto componente genético que hace que la descendencia tenga más probabilidades de tener la enfermedad que los hijos de otras personas. Sin embargo, no se trata de una herencia "directa", por así decir, simplemente de una probabilidad, tal y como los hijos de personas con Alzheimer, cáncer, diabetes, hipertensión o depresión u otras muchas enfermedades tendrá un riesgo aumentado de padecer dichas enfermedades. Existe por tanto una mezcla de factores genéticos con factores ambientales, muchos de ellos vinculados al estrés. Cada caso debe ser considerado individualmente, valorando cuántos familiares existen en la familia con el trastorno, a qué edad comenzó, como se manifestó, etc... para así poder realizar un adecuado consejo genético.  

Espero que esta información os haya servido de ayuda y que poco a poco podamos ir deshaciendo el estigma que cierne a la enfermedad mental y seamos capaces de ver a los esquizofrénicos como son, personas que comparten con nosotros muchas más cosas de las que los alejan de nosostros. 



Lucía del Río Casanova
Psiquiatra y psicoterapeuta
Rúa Rosalía de Castro nº44-A
Santiago de Compostela

Cita previa al teléfono 717707566

viernes, 22 de enero de 2016

No pienses en un elefante rosa

¿Qué es lo primero que se te viene a la mente cuando se te dice esta frase? NO PIENSES EN UN ELEFANTE ROSA. Pues sí, inmediatamente aparece la imagen del elefante coloreado en tu cabeza y además, ¡como cuesta que esa imagen se marche!

Este tipo de procesos fueron estudiados muy hábilmente por Wegner (1994) quien postuló la teoría de los procesos irónicos. Cuando nos dan una orden en negativo el cerebro necesita primeramente evocar la imagen de lo que se le pide y posteriormente negarla. Esto hace que cuando le pedimos a alguien "no te pongas triste", la primera emoción que surja sea precisamente la tristeza o que cuando le decimos a un niño "no toques ese jarrón" la primera tentación que le sobreviene es precisamente tocarlo. ¿Cuántas veces hemos utilizado frases de este estilo con los niños o incluso cuantas veces nos lo hemos dicho a nosotros mismos?

Estos fenómenos modifican la manera en la que deberíamos enunciar las cosas y han sido germen para desarrollar posteriores trabajos en cuando a la manera positiva de comunicarnos. Nos animan a hacer referencia a aquello que queremos conseguir y no a su contrario. 

Sin embargo no solo tienen relevancia a este nivel. La ironía de las ordenes en las que negamos algo o intentamos suprimir un pensamiento tiene mucha importancia para las personas con problemas de obsesividad. Seguro que a todos hemos intentado alguna vez reprimir un pensamiento que nos surge o hemos intentado sacarnos de la cabeza una canción o una imagen desagradable. Cuando le decimos a nuestro cerebro "no pienses más en eso" lo único que estamos haciendo es alimentar ese pensamiento, traerlo de vuelta. Luchar contra nuestros propios pensamientos acaba saliéndonos mal. El objetivo debería ser dejar que venga los pensamientos o sentimientos que nos surjan espontáneamente, sean cuales sean, aunque resulten desagradables. Si evitamos juzgar nuestras propias ideas y sensaciones, si simplemente intentamos reconocerlas y aceptarlas, poco a poco se irán marchando sin que nos demos cuenta. En vez de decirnos "olvídate de eso, no lo pienses más" resultaría más útil decirnos "no pasa nada por pensar eso". 

¿Cambia esto de alguna manera la forma en la que os relacionáis con los demás y con vosotros mismos? Haced la prueba y veréis como funciona. 



Lucía del Río Casanova
Psiquiatra y Psicoterapeuta
Rúa Rosalía de Castro nº 44A
Santiago de Compostela

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martes, 12 de enero de 2016

10 trucos para dirigirse a una persona con demencia

Cuidar  a una persona que padece una demencia es difícil, duro y a veces desconcertante. Además de todo el dolor vinculado a la pérdida progresiva e inexorable de la persona tal y como la conocíamos, aparecen sentimientos de deuda, de culpa y a veces de incomprensión. 

Algunas personas con demencia tienen comportamientos agresivos mientra que otras son dóciles y a veces parecen desconectadas. Os dejamos 10 trucos básicos para mejorar la comunicación y la convivencia con una persona que padece demencia. Esperamos que os resulte útil. 

1. Intenta mantener una rutina: utiliza horarios fijos para la comida, la ducha, el sueño, los paseos, etc. 

2. Anticípale tus planes: cuando vayas a ducharlo, a pedirle que salga a la calle, a darle de comer, etc, es bueno que le anuncies paso a paso lo que vas a hacer. Debes ir narrando cada paso que das para que pueda entenderlo. 

3. Habla con voz suave e intenta que haya variaciones en tu tono de voz, que no sea ni demasiado grave nin demasiado monótono. En la medida de lo posible, evita gritarle. Cuando le hables míralo a los ojos. 

4. Si se equivoca no le lleves la contraria más de lo necesario. Por ejemplo, si se levanta de noche y quiere ir a echarle de comer a los perros simplemente acompáñalo a la cocina y dile que lo haréis despues, que primero tomareis una infusión y luego vais juntos. Es probable que tras haber tomado la infusión esté más tranquilo y ya no quiera marcharse, que acepte volver a cama. 

5. Tócale, acaríciale. El tacto y el olfato son los sentidos más primitivos y no se pierden al inicio de la enfermedad. Tocarle y que le toques puede ayudarle a reconocerte o a que sienta que lo que se le esta pidiendo, se hace con cariño. 

6. No lo excluyas de las conversaciones familiares, busca la manera en la que pueda aportar algo.

7. No hables de el/ella cuando está delante como si no estuviera.

8. Reduce el ruido y las distracciones que haya en la casa.

9.  Marca una diferencia entre la noche y el día: intenta que haya distinción entre los ruidos diurnos y el silencio nocturno; también entre la luz del día y la oscuridad de la noche. 

10. No le recuerdes frecuentemente que no se acuerda de las cosas. No lo pongas a prueba para ver si reconoce a personas o si sabe el nombre de un objeto. Si necesitas tener esta información intenta obtenerla de manera indirecta a través de una conversación normal con el/ella.





Lucía del Río Casanova
Psiquiatra
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Santiago de Compostela
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jueves, 7 de enero de 2016

Las emociones no son ni buenas ni malas: son las que son.

Estamos acostumbrados a escuchar que hay emociones positivas y negativas. De hecho, muchas escuelas psicológicas conservan esta terminología para hacer distinción entre emociones placenteras y emociones desagradables. Sin embargo, son múltiples las voces que han criticado esta manera de entender el mundo emocional. ¿Por qué debemos creer que la tristeza o el miedo son malos? 

Cada emoción tiene su función adaptativa. El miedo nos hace capaces de reconocer el peligro y ponernos a salvo. La tristeza es un vehículo maravilloso para entablar relaciones íntimas con los demás, para ser cuidados y poder cuidar. La ira nos ha sacado de más de un aprieto, ha valido para hacernos conscientes de que algo no nos gustaba y para hacérselo llegar a los demás. La alegría nos permite el disfrute en múltiples momentos de nuestras vidas. Todas las emociones existen por algo, han sido transmitidas evolutivamente durante miles de millones de años por algo, todas enriquecen nuestro mundo interno y nos permiten una mejor comunicación. 

Desde niños se nos enseña que lo bueno es estar felices, ser valientes y a la vez comedidos. Casi nadie nos explica lo valiosos que son nuestro miedo, nuestra tristeza o nuestra ira. Si por algo se caracteriza nuestra sociedad es por la búsqueda constante del éxito y por el carácter imperativo que la alegría ha ido tomando. A todos nos gusta estar felices pero imaginad que ridículo sería que una persona estuviese alegre ante todas las situaciones que le viniesen encima. El imperativo de ser exitosos y felices es una de las mayores causas de frustración y por lo tanto, el permitirnos sentir lo que sentimos, sin juicios, puede resultar liberador. 

¿Qué tal si probamos simplemente a ver qué sentimos? Observándolo, sin juzgar si la emoción es buena o mala, si es correcto que la tenga o no, es justa para con los demás o no... Porque cuanto más capaz sea de observar lo que me pasa, más auténticas serán mis vivencias. Porque las emociones no son buenas ni malas, son las que son si las dejamos ser. 





Lucía del Río Casanova
Psiquiatra
Rúa Rosalía de Castro 44A
Santiago de Compostela
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